La tortuga laúd (Dermochelys coriacea): la gigante del mar

Tortuga laud Dermochelys coriacea

La tortuga laúd (Dermochelys coriacea) es la tortuga marina más grande del planeta. Puede superar los dos metros de largo y pesar más de 600 kilos. A diferencia de sus parientes, no tiene un caparazón duro, sino una estructura flexible cubierta por una piel gruesa y coriácea, que le da su nombre. Aunque la especie está catalogada como vulnerable a nivel mundial, la población del océano Pacífico oriental —la que llega hasta aguas chilenas— se encuentra en Peligro Crítico de extinción.

Visitantes del sur

Estas tortugas viajan miles de kilómetros a través del Pacífico. Cuando son jóvenes o adultas, se alimentan en mar abierto, y Chile es uno de sus destinos predilectos. Su dieta se compone principalmente de medusas, salpas, sifonóforos y pirosomas, todos abundantes en zonas de surgencia y convergencia de corrientes. Sin embargo, nacen en aguas más cálidas del trópico, desde donde comienzan su largo ciclo de vida.

Cortejo y reproducción en aguas lejanas

El apareamiento de la tortuga laúd ocurre mar adentro, frente a las playas donde más tarde las hembras regresarán a anidar. Las zonas de anidación más importantes del Pacífico están en Costa Rica —en el Parque Nacional Marino Las Baulas— y en México, con una tercera, menos frecuente, en Nicaragua.

Entre diciembre y marzo, las hembras emergen de noche para depositar sus huevos en playas anchas, secas y alejadas de la vegetación. No son fieles a un solo sitio: pueden cambiar de playa incluso durante la misma temporada. En un solo periodo reproductivo, una hembra puede hacer hasta seis nidos, con un promedio de 85 huevos por nidada. Cada huevo mide entre 49 y 65 milímetros, y la incubación dura de 55 a 70 días.

De crías tropicales a adultas migrantes

Las crías que logran sobrevivir pasan sus primeros años en aguas tropicales cálidas, cerca de la costa. Allí permanecen hasta alcanzar más de un metro de longitud. Luego, inician una etapa de crecimiento y migración hacia el sur, rumbo a zonas más frías como Chile, en busca de alimento. Pero este viaje también las expone a un nuevo conjunto de amenazas.


Amenazas que enfrenta la tortuga laud (Dermochelys coriacea)

A nivel global, la pesca incidental es la mayor amenaza. Las tortugas quedan atrapadas en redes o anzuelos destinados a otros peces. Además, muchas comunidades siguen recolectando huevos para consumo o venta. Las playas donde anidan están siendo modificadas por el desarrollo urbano, construcciones costeras y actividades humanas que destruyen su hábitat. La contaminación lumínica también las afecta, desorientando tanto a hembras como a crías.

A esto se suma el cambio climático, que altera el equilibrio del ecosistema marino. El aumento de la temperatura de la arena en las playas puede modificar la proporción de sexos entre las crías —ya que el sexo depende de la temperatura durante la incubación—. Las tormentas más frecuentes y el aumento del nivel del mar amenazan con desaparecer zonas de anidación enteras.

El resultado de estas presiones ha sido dramático: en solo tres generaciones, la población de laúd del Pacífico oriental cayó más de un 90%, pasando de 91.000 individuos adultos en 1980 a menos de 3.000 en el año 2000.

¿Qué ocurre en Chile con la tortuga laúd (Dermochelys coriacea)?

En aguas chilenas, la mayor amenaza para la tortuga laúd es la pesca por palangre, especialmente en la pesquería del pez espada. Este método utiliza una línea madre con múltiples anzuelos, en los que las tortugas suelen quedar atrapadas al confundir los cebos con sus presas. Entre 2001 y 2013, se registraron 337 capturas de tortuga laúd, lo que representa más del 60% de todas las tortugas marinas capturadas incidentalmente en ese periodo.

Desde 1995, la Subsecretaría de Pesca de Chile financia programas de monitoreo para registrar la pesca incidental. A partir de 2001, estos esfuerzos se intensificaron, aportando datos fundamentales sobre avistamientos y capturas.


¿Cómo protegerlas?

La Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas (CIT) insta a los países a mejorar el registro de capturas incidentales y varamientos. En Chile, uno de los grandes desafíos es expandir el monitoreo a todas las pesquerías, incluyendo aquellas donde aún no se cuenta con observadores a bordo ni registros confiables.

También es clave capacitar a los pescadores, tanto artesanales como industriales, para que puedan liberar a las tortugas atrapadas de forma segura y rápida. Existen técnicas específicas de desenmallamiento, primeros auxilios y liberación que reducen significativamente la mortalidad de los ejemplares capturados.

Experiencias exitosas como el “Proyecto de Liberación de Tortuga Laúd” en Lambayeque, Perú, han demostrado que involucrar a las comunidades funciona. A través de radios locales y mensajes por WhatsApp, se ha logrado sensibilizar a los pescadores, quienes ahora reportan y liberan a las tortugas con mayor frecuencia.


Un llamado urgente

Las tortugas laúd son parte esencial del equilibrio del océano. Al controlar poblaciones de medusas, ayudan a mantener sanos los ecosistemas marinos. Verlas cruzar los mares es presenciar una historia antigua, de resistencia y migración. Pero están desapareciendo.

Salvarlas depende de decisiones humanas: de pescar con responsabilidad, de conservar sus playas, de estudiar sus movimientos y proteger sus rutas. También de contar sus historias, para que más personas sepan que, en las profundidades del Pacífico, aún nada una gigante que necesita nuestra ayuda.

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Fuentes:

UICIN

Claisficación del Ministerio de Medio Ambiente de Chile

Ecología y Conservación de las Tortugas en Chile. Sarmiento-Devia, Ricardo A., Harrod, Chris, and Pacheco, Aldo S.

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